Publicación de la RED
En Venezuela, durante el periodo de Chávez prevaleció un discurso “anti calidad d ela educación” por parte de sectores pedagógicos vinculados al movimiento bolivariano, no obstante que la Constitución de la República (1999) y la Ley Orgánica de Educación (2009) hablaban de trabajar por la calidad educativa. Estó cambió con la desaparición física de Chávez.
En año 2014 se convocó a la consulta por la calidad educativa, donde florecieron perspectivas de todo tipo., incluidas las neoliberales. El Dr. Bonilla lideró una consulta internacional desde la perspectiva crítica que generó casi un centenar de entrevistas, más de veinte eventos y un libro que reunió sus escritos de ese momento.
Los textos de Luis Bonilla-Molina están formulados en clave narrativa que permita a los y las más jóvenes empalmar con la disputa sobre el tema ,que suele ser presentado por los organismos multilaterales como si la calidad de la educación tuviera una sola opción y corriera solo por el carril de los intereses del gran capital.

La calidad de la educación: ideas para transformar la educación venezolana
En algunos sectores de la sociedad venezolana se instaló por años la falsa idea de que la noción de la calidad en educación era una cuestión neoliberal o burguesa, obviando que éste ha sido un tema transversal en cada uno de los hitos históricos de la transformación educativa a escala planetaria. La reforma de Córdoba, el Mayo Francés, el movimiento por la reforma universitaria de los setenta, y la propia rebelión estudiantil de 1987 en Venezuela, son sólo algunos ejemplos.
Si bien es cierto que en los ochenta y en los noventa –fundamentalmente a partir del llamado “Milagro asiático”– el neoliberalismo resemantizó el término para asociarlo a la política productiva de los llamados “ISO”, convirtiendo la calidad en una noción de mercado, esto sólo evidenció que la educación y todas sus aristas son asuntos fundamentalmente políticos.
En ese terreno –el de la perspectiva político-pedagógica– debimos continuar peleando la histórica posición de la izquierda anticapitalista en torno a la calidad de la educación, que no es otra que una educación para la ciudadanía, con profunda pertinencia respecto a las necesidades locales y que “sirva para lo que dice servir”; es decir, para formar un hombre con conciencia crítica, comprometido con el destino independiente de su país.
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